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Juan Eduardo Wolf - Review of Musicología Global: Pensamientos Clásicos y Contemporáneos Sobre la Etnomusicología [Global Musicology: Classic and Contemporary Thoughts on Ethnomusicology]

Abstract

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[English version available below]

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A primera vista, Musicología Global, compilado por Steven Loza, tiene como meta proveer una colección de capítulos en castellano que pueden ser útiles pedagógicamente para estudios de música en países iberoamericanos. En este sentido, es notable que varios trabajos clásicos de musicólogos y etnomusicólogos conocidos en el mundo de la literatura académica norteamericano, como Charles Seeger y Mantle Hood, se presentan traducidos al castellano para hacerlos más accesibles al estudiante hispanohablante. Adicionalmente, hay traducciones de obras escritas por académicos e intelectuales de otras partes del mundo fuera de las Américas, como J. H. Kwabena Nketia de Ghana, Fela Sowande de Nigeria, y Shen Qia de China. Es este segundo grupo de traducciones que empiezan a sugerir una meta más importante del libro: una llamada para que se escuchen más voces diversas dentro del mundo de estudios de música, que suelen ser amortiguados al nivel mundial por trabajos escritos en inglés en universidades norteamericanas y europeas, con poca atención a los estudios de música en otros países y otras lenguas.

Quizás esta llamada parece obvia o suena como la misma canción de siempre, pero la necesidad de tener que repetirla debería llamar la atención. No es casualidad que, en el año 2020, la Sociedad de Etnomusicología (SEM) se encuentra en un momento clave, preguntándose nuevamente cómo mejorar la diversidad de voces que se escuchan dentro de esta disciplina académica. De hecho, con esta selección de artículos de intelectuales mundialmente diversos, Loza nuevamente cuestiona la existencia de la disciplina misma. Su selección demuestra como en muchos países, las divisiones entre disciplinas como musicología y etnomusicología son nebulosas e incluyen perspectivas de otras disciplinas, como estudios en folklor, composición, y teoría de música. La perspectiva de Loza está ampliada por el ensayo escrito por Javier León, el cual argumenta que esta diversidad en método e interés puede ser malinterpretado por académicos norteamericanos y europeos como ignorancia de las últimas novedades en las disciplinas como se definen en el norte, cuando en realidad tienen su base en una larga historia intelectual de estudios locales. Para combatir estas actitudes y enfatizar la inclusión de más voces, Loza sugiere que el término “musicología global” puede servir para reubicar el centro de estudios musicales y asumir una visión de musicología amplia e inclusiva, en tema, método, y participación. La visión de Loza también exige que los académicos se involucren con lo creativo y lo espiritual, buscando integrar sus prácticas estéticas musicales y creencias éticas o religiosas en sus trabajos.

La idea del libro salió de una estadía que Loza hizo en el Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información Musical (CENIDEM) en México; por lo tanto, la obra de académicos latinoamericanos juega un papel importante dentro de la colección—formando la mitad del libro. No solo constituyen parte de las voces alternativas del mundo académico norteamericano; Loza insiste que la experiencia mestiza de Latinoamérica hace que sea un lugar más abierto a recibir diversas perspectivas de diferentes partes del mundo y provee un contexto relevante para discutir muchos de los temas más importantes de la etnomusicología. Por esa razón, Loza cree que los musicólogos latinoamericanos merecen más atención dentro de los estudios musicales.

Personalmente, comparto muchas de las opiniones que Loza presenta en este libro, ya que ellas son el fruto de los años de experiencia que Loza ha tenido dentro de la disciplina de etnomusicología. Sin embargo, me quedan algunas inquietudes con respecto a las metas del libro. En la mayor parte, el mensaje de inclusión que es el eje del libro parece ser dirigido a SEM y a los académicos trabajando en el norte global. No estoy convencido que esos académicos, quienes trabajan mayormente en inglés, van a utilizar o incluir este libro en sus cursos o en sus investigaciones. Adicionalmente, la inclusión de académicos de Latinoamérica en esta colección, y la perspectiva de Loza sobre Latinoamérica como tierra fértil para aceptar nuevas perspectivas, puede dar la impresión de que América Latina ya haya logrado un gran nivel de diversidad e inclusión en sus instituciones. Desgraciadamente, esto no es el caso—muchos de los académicos incluidos en el libro estudiaron en universidades de EE. UU. y/o Europa, y aunque pueden incorporar más perspectivas en sus obras, todavía hay una ausencia de voces afrodescendientes e indígenas dentro de la academia latinoamericana. En términos de contenido, varios de los artículos repiten las mismas críticas históricas—como la de la integración de la musicología y etnomusicología. Aunque estas críticas sean importantes, muchas ya se han escuchado dentro de la academia norteamericana y europea. De hecho, los trabajos de los académicos de afuera de las Américas fueron previamente publicados en inglés, subrayando la importancia de publicar en este idioma, aunque Loza cree que las obras académicas deben ser distribuidos en español, así como en mandarín, para tener un alcance más global.

De todas maneras, este libro, publicado en 2017, resuena con algunos cambios que SEM ya estaba haciendo en la disciplina, y contribuye a lo mucho que todavía aún falta por hacer. Loza, en uno de sus propios artículos traducido en el libro, ofrece una lista de lecturas alternativas que se puede introducir en los currículos de estudios de música en las universidades. SEM ha intentado de apoyar esta causa con su propia serie de traducciones al inglés de autores publicados en otros idiomas.[1] En cierto modo, Musicología Global es el complementario en español del 2016 libro, The Latin American Music Reader, lo cual presenta una cantidad de obras de académicos latinoamericanos traducidos al inglés, y que también se puede usar como una herramienta pedagógica.[2] Sin embargo, recomiendo que aún personas que no hablan el castellano tomen el tiempo de repasar el contenido de Musicología Global para así conocer la obra de algunos académicos diversos que pueden explorar y utilizar en sus propios estudios. Este libro merece atención como otro punto de partida para los cambios en etnomusicología o "musicología global" que han de venir.

[1] https://scholarworks.iu.edu/journals/index.php/emt/index

[2] Javier León and Helena Simonett, 2016. The Latin American Music Reader: Views from the South. Champaign-Urbana: University of Illinois Press. SEM otorgó sus compiladores el premio “Bruno Nettl” por contribuciones a la historia de la disciplina.

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[English]

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At first glance, Musicología Global (Global Musicology) appears to be a collection of articles on (ethno)musicological topics that editor Steven Loza compiled to meet the needs of Spanish-speaking music students. One might get this impression given that the book contains Spanish translations of several well-known English-language pieces written by U.S. (ethno)musicologists, such as Charles Seeger and Mantle Hood. Furthermore, the book has translations of pieces written by academics and intellectuals from beyond the Americas, like J. H. Kwabena Nketia from Ghana, Fela Sowande from Nigeria, and Shen Qia from China. This second set of translations, however, begins to point to the collection’s deeper purpose as a call for more diverse voices in the world of music studies—a world in which English-language voices in North American and European institutions tend to drown out the work in music studies written in other countries and languages.

Perhaps this call seems self-evident or beating the same old drum, but the need to repeat it should catch our attention. It is not a coincidence that, in 2020, the Society for Ethnomusicology (SEM) finds itself at critical juncture, asking once again how to improve on the diversity of voices heard within the discipline and its institutions. In fact, with Loza’s selection of articles from globally diverse sources, he repeats the question as to whether this separate discipline should even exist. His selection shows how, in many countries, the disciplinary divides between musicology and ethnomusicology are vague, and include perspectives from other disciplines, like folklore studies, composition, and music theory. An article in the collection written by Javier León amplifies Loza’s perspective. León argue that North American and European academics can misinterpret the diversity in methods and interests of scholars from other regions as ignorance of the latest trends in the discipline, when, in reality, this diversity has its roots in a larger intellectual history of local research. To combat such interpretations and emphasize the inclusion of more voices, Loza suggests that the term “global musicology” could serve to reframe music studies and project a vision of musicology that is broader in terms of subjects, methods, and participation. Loza’s vision of the field also insists that academics engage the creative and the spiritual in their research, and look to integrate musical aesthetic practices and ethical or religious beliefs into their work.

The idea of the book emerged from Loza’s time spent at the National Center for Music Research, Documentation, and Information (CENIDEM) in Mexico, and, as a result, the work of Latin American scholars plays an important role in the collection, making up almost half the book. These scholars are among the voices that should complement the US-European academy, and, moreover, Loza insists that the mestizo experience of Latin America makes it a place more open to receiving diverse perspectives from different parts of the world.[1] Latin America also provides an extremely relevant context for the discussion of many key themes in ethnomusicology. For this reason, Loza believes that Latin American music scholars deserve more attention within music studies.

Personally, I share many of the opinions that Loza offers through this book, the product of years of experience that Loza has had within the discipline of ethnomusicology. I do have, however, some concerns about the book’s efficacy. In large part, the message of inclusion at the book’s center seems mainly aimed at SEM and academics working in the Global North. Given the English-language dominance of this audience, I am not convinced these academics would use or include the book in their teaching or research. Furthermore, the inclusion of Latin American academics in this collection, and Loza’s opinion of Latin America as a region more tolerant of new perspectives, could give the impression that Latin America has already achieved a high level of diversity and inclusion in its own institutions. Unfortunately, this is not the case—many of the scholars included in this collection studied at US or European universities, and, although they may include more diverse perspectives in their work, there is still a major absence of Black and Indigenous voices within the Latin American academy. In terms of content, several articles repeat the same historic critiques, e.g., regarding the integration of musicology and ethnomusicology. While these critiques are important, many of them have already been heard within the US and European academies. In fact, the works included by scholars outside the Americas have previously appeared in English, underlining the importance of publishing in this language, although Loza believes that academic pieces should be distributed in Spanish, as well as in Mandarin, to have a more global reach.

These issues notwithstanding, this book, published in 2017, resonates with changes that SEM has been making within the discipline and contributes to the significant amount of work that there still is to do. In one of Loza’s own articles translated for the book, he offers a list of alternative readings that can be included in university music studies’ curricula. SEM has tried to support this cause with its own series of translations to English of authors published in other languages.[2] In some respects, Musicología Global acts as a Spanish-language complement of the 2016 book, The Latin American Music Reader, which presents a number of works by Latin American scholars translated to English and which can also serve as an important pedagogical tool.[3] Nevertheless, I recommend that even people who do not speak Spanish take the time to review the contents of Musicología Global to get to know other authors whose work they may wish to explore and use in their own studies. This book deserves attention for the way that it serves as another starting point for the changes that ethnomusicology or “global musicology” will continue to face.

Notes:

[1] Mestizo literally means “mixed” and was one of the ethno-racial legal castes used during the colonial period in Latin America. Most often, the classification was used to refer to the offspring of a Spaniard and Indigenous sexual encounter.

[2] https://scholarworks.iu.edu/journals/index.php/emt/index

[2] Javier León and Helena Simonett, 2016. The Latin American Music Reader: Views from the South. Champaign-Urbana: University of Illinois Press. SEM awarded this book the Bruno Nettl prize for its contributions to the history of the discipline.

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[Review length: 2058 words • Review posted on November 12, 2020]